WASHINGTON (AP) - La muerte del número tres en la jerarquía de al-Qaida difícilmente afecte a la organización terrorista por mucho tiempo.
Al-Qaida ha sobrellevado la pérdida de figuras importantes en el pasado y depende cada vez más de una red de agrupaciones nuevas empeñadas en atacar blancos estadounidenses.
La muerte de Mustafa al-Yazid representará seguramente un golpe que será superado en poco tiempo por una organización que, como el monstruo mitológico Hidra, de varias cabezas, cuenta con numerosos tentáculos que le permiten continuar su batalla.
Al-Qaida es hoy un enemigo fragmentado, con células en Yemen, Somalia, el norte de Africa y la frontera entre Afganistán y Pakistán. Y, como lo demostró el ataque del día de Navidad contra un avión comercial, sus filiales son cada vez más independientes y peligrosas.
Es así que, por más que Estados Unidos elimine a líderes de al-Qaida, la agrupación se renueva con reclutas decididos a morir por su causa.
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